jueves, 23 de junio de 2011

LA CÁMARA DE REFLEXIÓN

He leído minuciosamente el primer tema del libro de nuestros hermanos Adolfo Terrones y Alfonso García, y más que hacer referencias o citaciones sobre sus líneas me remitiré a compartir con ustedes lo que ha sido grabado en mí bajo el filtro de la cognición.

Es mucho de mi agrado tratar la Cámara de Reflexión como el primer tema, ya que es éste precisamente el lugar que recuerdo primero dentro de todas las memorias de mi Iniciación;  pude sentir un ambiente totalmente distinto, no necesitaba de mis ojos para saber lo especial que este lugar es, pude sentir su energía, sus aromas y su temperatura, al abrir mis ojos mi mente lo corroboró.

El simbolismo de esta cámara es sumamente profundo, y siendo sincero, considero que en el estado mental de la persona bajo el proceso de iniciación es muy complejo comprender y apreciar la totalidad de los mismos, sin embargo, el propósito general estoy convencido es cumplido.
 
Lo primero que llamó mi atención fue la obscuridad, seguida por los huesos colocados frente a mí, esto diseñó casi el total de mis impresiones y reflexiones, siendo estas las siguientes:
 
El hombre se encuentra rodeado por la obscuridad del desconocimiento y la ignorancia, ¿pero qué específicamente le rodea? Es decir, ¿el aire que circula y lo cubre es ignorante, la luz del sol, la brisa matutina, el aroma del mar, el sonido de los árboles, la aspereza de las piedras? Hermanos, es en nuestra especie donde se encuentra la obscuridad y la ignorancia y es así como estamos rodeados de ella, por estar sumergidos en la masa de nuestra propia raza, es así como iniciamos, nuestro punto de partida, rodeados de nuestra propia ignorancia, llenos de desconocimiento; los restos humanos que yacían ahí me lo confirmaban, y no solo eso, amenazaban burlonamente  con la insinuación de poder morir en ese estado y nunca poder haber notado diferencia, y mucho menos haberla hecho, por lo que el tiempo adquiere un peso mucho mayor y efectivamente más cerca de su agotamiento; encontrarse de cerca, frente a frente con lo que estamos inevitablemente destinados a convertirnos es una gran reflexión por sí sola, es para mi la indicación de que es mi trabajo en esta etapa de mi viaje lo que dejaré como legado, y que de no hacer nada lo único que dejaré es mi osamenta, o mi ceniza.
 

Esa imagen grabada no se me ha despegado y me alegro que así sea, lo que provoca es la permanencia de mi vehemencia por trascender.
 
La luz que iluminaba el lugar , era el conocimiento y la sabiduría que nos hace salir de la penumbra de la ignorancia , esa luz iluminaba todo el lugar no importando que fuera en dimensiones más pequeña, quien la porta ilumina a su alrededor, es decir, a la familia, a la sociedad, cuanto más intensa sea más abate y más lejos llega, y además, la luz se refleja, el fruto del esfuerzo, el propósito de sí misma, el propósito para con Dios, el hombre y con uno mismo, nuestro testamento.
 
Visto desde fuera, y como un proceso de la Liturgia de la Iniciación, quien observa puede contemplar el temple de quien lo experimenta, ya que si la ignorancia es mucha, ante las imágenes expuestas el carácter puede quebrantarse y la mente puede obtener solo imágenes que no podría comprender y con ello ser presa del miedo, tal vez terror, y abandonar sus intenciones por pensar que la hechicería, la brujería o algún ritual maligno corromperá su fe.
 
Hermanos, la Cámara de Reflexión ya no tiene límites físicos para mí, se ha convertido en un pensamiento permanente, en un combustible que me impulsa, y que me confirma haber muerto en la obscuridad y renacido en un camino lleno de luz.




A:. M:. Julián Edmundo González Flores




Or:. de Orizaba, Veracruz a 02 de Mayo del 2011 E:.V:.



                                                                                                                                                                                    ¡ES CUANTO!

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